La temperatura sube, la sensualidad crece, los deseos a flor de piel, el calor aparece en la piel, que brilla por el incipiente sudor, sólo aliviado por alguna brisa que mueve tu pelo, una copa con hielo que deja gotas de agua a su paso por tu cuerpo que se funden nada más entrar en contacto contigo. Esa copa llega hasta que tu garganta, aliviando tu sed, dejando que el frescor te inunde por dentro, un escalofrío te recorre por el contraste, te dejas llevar por la música, el ambiente a tu alrededor se ve en tonos ocres, medio emborronado y difuso por el resplandor del sol...
Habrá quién necesite algo más. Yo no.
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